28 noviembre 2008

En otoño caen hojas.

Son estos momentos en los que uno se queda pensativo y no sabe como encajar ciertas cosas. Llegas al andén de la L2 de Barcelona, y ves como una chica joven, que no llega a los treinta, se fuma un cigarro ella toda tranquila, a pesar de la multa de 30,05€ (con cero cinco) que se anuncia por todas partes. Bien, llega el metro, y lanza el cigarrillo al andén. Hasta ahí todos pensando "la incívica a la que nadie le dice nada, no vaya a ser".

Viste pantalones negros, camiseta clara, una chaqueta oscura y unas botas de plataforma que no se veían desde el 98. Pelo negro, complexión delgada, ojos oscuros. Esta es la descripción de una chica que, primero se fuma el cigarrillo y luego juega a hacer "corridas de camello" y termina por deshacer la caja entera, dejando caer sus pedacitos y cenizas al suelo de un metro que miles de personas utilizan cada día. Aquí es cuando, fijándote en su mirada perdida en el vacío, pasas de denominarla "incivica" a "trastornada".

1 comentario:

Ankh dijo...

Mejorable!!!!

Querido "prejuicio tabacalero"
Lo de fumar lo puedo entender, en el fondo... pero que me dices de lo de comer pipas en el metro y el consecuente esparcimiento de sus restos?? Mucho peor... jejejej