L2 del Metro de Barcelona a las 8:30 e la mañana... todo discurre con tranquilidad e incluso el metro no está haciendo las típicas "recuperaciones" parándose en cada estación. Pero llega Sagrada Familia, esa estación donde cientos de personas suben y bajan por pura regla de la inercia. Ahí se sube un hombre, vestido el a su muy personal elección, d enegro y con ropa ajustada. Unos cuarenta años y una bandolera como complemento. Sólo los cablecillos blancos del Ipod contrastan con su aspecto... eso y los bozarrones y tarareos con la "m" que va soltando en todo el trayecto. Señor, que tan molesto es el móvil a todo volumen como usted cantando.
Pero da igual, todo el mundo le ha de respetar. Y es en medio del camino donde saca su Ipod, nos lo deja ver, nos lo enseña, presume de él... y de su tamaño. Casi no le da la mano para manejarse por el... táctil, sensible, cercano al usuario.
11 enero 2009
Santa tecnología
28 noviembre 2008
En otoño caen hojas.
Son estos momentos en los que uno se queda pensativo y no sabe como encajar ciertas cosas. Llegas al andén de la L2 de Barcelona, y ves como una chica joven, que no llega a los treinta, se fuma un cigarro ella toda tranquila, a pesar de la multa de 30,05€ (con cero cinco) que se anuncia por todas partes. Bien, llega el metro, y lanza el cigarrillo al andén. Hasta ahí todos pensando "la incívica a la que nadie le dice nada, no vaya a ser".
Viste pantalones negros, camiseta clara, una chaqueta oscura y unas botas de plataforma que no se veían desde el 98. Pelo negro, complexión delgada, ojos oscuros. Esta es la descripción de una chica que, primero se fuma el cigarrillo y luego juega a hacer "corridas de camello" y termina por deshacer la caja entera, dejando caer sus pedacitos y cenizas al suelo de un metro que miles de personas utilizan cada día. Aquí es cuando, fijándote en su mirada perdida en el vacío, pasas de denominarla "incivica" a "trastornada".