Ya es Navidad (otra vez)

Un año más ha llegado, imparable, a velocidad de crucero, la Navidad. La verdad es que, viéndola así desde fuera, la única diferencia con otros años es que brillan menos bombillitas en la calle. En mi casa ya van tres años que no brilla ni una bombilla. El espíritu navideño a desaparecido casi por completo, entendiendo este espíritu como la pamplina que unos pocos diseñaron (empezando por Coca-Cola).

Llega el 24 de Diciembre, 8 de la tarde. Toca a los dos nietos (los dos nietos, las nietas no, los nietos) ir con el abuelo a buscar la comida encargada al restaurante medio-de-familia... Nos reunimos a las 9 ya todos, con única novedad que desde hace 3-4 años, dos personas oscilan entre una y otra familia (lo que tienen las bodas, que toca dividirse). La cena comienza con el rey, aunque este año ha durado 25 segundos encendido... habló el cura y comenzó el festín.

El menú, el de toda la vida. Almejas de primero, langostinos a la plancha de segundo, continúa con las vieiras al horno y terminamos con lomo asado y su guarnición. Y nuestras familias son de esas gallegas humildes... que cosas. Por supuesto, los postres de toda la vida, pero ya con las variantes "sin azúcar" y "bajo en colesterol" mezclándose por medio. Este año, aprovechando el 4x3 del Eroski, ha aparecido un nuevo pastel ¿italiano? que adorna la parte final, con el café (con leche).

Pasa media noche y se desaloja la casa de los abuelos. Toca ir a la de las primas. Gracias al nuevo sistema automatizado de reparto de Santa Claus, los regalos llegan un minuto pasadas las 12. También se nota el nuevo sistema de designación de regalos electrónico, que consigue que cada uno consiga, exactamente, lo que ha pedido. Lo más impresionante, tal vez, sea el camión-hormigonera que le ha caído a mi ahijado... Los hay con suerte.

¡Felices estas cosas!